JORDANIA: De la arena de Wadi Rum a las aguas cristalinas de Aqaba

Nuestro último día completo en Jordania estaría lleno de contrastes, pasaríamos de las formaciones rocosas y las dunas del desierto de Wadi Rum, a las aguas cristalinas de Aqaba, uno de los destinos de buceo más aclamados del mundo.

Sobre las seis y cuarto ya estábamos levantados para ver un precioso amanecer sobre las rocas. Esta sí que es una de las razones que nos han llevado a dormir en el desierto, simplemente asomar la cabeza por la tienda de campaña para poder disfrutar de ese momento irrepetible para nosotros.

Mientras el Sol hacía acto de presencia, nuestros anfitriones beduinos nos preparaban un riquísimo desayuno. Nos pusimos las botas jejeje, muy bueno todo y en cantidades suficientes para repetir las veces que quisieras.
Con el estómago lleno nos llevaron a Rum donde nos esperaba Sabbah Ali para pagarle lo acordado, 50 JD cada uno, y recoger el coche. Por un camino sin carretera nos fuimos despidiendo de este desierto espectacular, de sus dunas, de sus montañas, de su arena roja, de Lawrence. La montaña de “Los siete pilares de la sabiduría” estaba cada vez más cerca, al igual que el centro de visitantes. De aquí salen los buses que te llevan a las distintas partes de Jordania (hay bus directo a Wadi Musa y Aqaba, pero si quieres ir a Amman hay que pasar primero por Aqaba).

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Llevamos a Ruben y a Amparo, nuestros compañeros en Wadi Rum, a Aqaba (a 70 kilómetros). Les dejamos en el centro del pueblo y nos fuimos hacia el sur que es donde están las mejores playas. A tan solo 10 kilómetros se encuentran algunas playas públicas, nosotros fuimos a Barracuda Beach donde alquilamos un equipo de snorkel por 8 JD y 2 toallas por 2 JD.

En esta parte de Jordania abundan las playas bonitas, resorts de lujo y centros donde te puedes relajar en un Spa con bonitas vistas. Pero también es un sitio para los deportes acuáticos, donde el buceo está escrito con letras mayúsculas. La playa a la que nosotros fuimos no es que fuera una pasada, pero no estaba mal. Lo que estábamos buscando era hacernos una idea de los fondos marinos por si tocara venir por aquí a hacer alguna inmersión en un futuro 8), y no nos decepcionó. Durante dos horas estuvimos haciendo snorkel, viendo los maravillosos fondos de coral y la variedad de peces que nadaban muy cerca de la orilla.

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Al ser una playa gratuita la ventaja es que te encuentras con todo locales. Lo más curioso es que la inmensa mayoría no saben nadar, alquilan unos flotadores amarillos y se lo pasan pipa en el agua. Al igual que nos pasara en Hammamat Ma´In nos chocaba ver a las mujeres disfrutando del agua pero tapadas casi por completo.
Con la experiencia del Mar Muerto, Carmen no se quiso quitar la camiseta para no llamar mucho la atención, aunque aquí parece que la gente está más acostumbrada a los extranjeros. Aun así se nos acercaban jordanos para hacerse fotos con nosotros, siempre con mucho respecto y con una sonrisa.

Sobre las tres decidimos buscar un sitio para comer, así que nos cambiamos de ropa y nos fuimos a Aqaba. Optamos por ir a un restaurante donde había mucha gente jordana. Comimos muy bien, una dorada a la brasa, mutabe (cordero con salsa de yogur) y 2 cocas por 9.30 JD
Nuestro viaje en Jordania tocaba a su fin, nos separaban 320 kilómetros de nuestro cuartel general en Madaba .El trayecto fue muy cómodo, siempre por la carretera A15, hasta llegar a nuestro destino en cuatro horas.
Decidimos ir a cenar al Jaret Jdodena, una bonita casa antigua que ahora es un restaurante muy conocido. Pedimos 2 mezzes, uno frio con berenjenas y sésamo y otro caliente que llevaba garbanzos, y un plato fuerte sawani de carne y 2 cocas, todo ello por 13.70 JD. Es un sitio con música en vivo, donde la gente se levanta para bailar y cantar las canciones locales. Muy divertido.

Al día siguiente nos tocaba ir al aeropuerto para dejar el coche y coger nuestro vuelo de vuelta a Madrid. Después de recoger las cosas y pagar los 29 JD por la habitación salimos en dirección a Amman, la mala suerte es que las calles estaban cortadas y no sabíamos cómo enlazar con la calle principal. No dejábamos de preguntar a gente, pero poquitos hablaban inglés o no se expresaban con claridad. Cuando creíamos que ya estaba todo perdido nos encontramos con el que nos había alquilado el coche. Menuda suerte, se puso al volante y nos llevó al aeropuerto, donde revisó el coche y nos devolvió la fianza.
Nuestro viaje terminaba con una última curiosidad, para entrar en el aeropuerto fila para hombres, y fila para mujeres jeje. Y la de las mujeres mucho más rápida que la de los hombres.

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Ya montados en el avión repasábamos los momentos que habíamos vivido en Jordania, unos ocho días muy intensos que habían dado para mucho. En ese tiempo habíamos visto casi todo lo que previamente nos habíamos planteado. Quizás se nos quedaron en el tintero lugares como Betania, pasar algún día más en Wadi Rum, visitar la garganta de Wadi Mujib, hacer alguna ruta de senderismo por Dana, o quedarnos un par de días en Aqaba relajándonos y buceando. Lo que sí tenemos claro es que Jordania no es solo Petra, hay mucho para ver y sus tierras tienen muchas historias que contar.

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