INDONESIA: Sumatra. Baño con elefantes en la jungla de Tangkahan

Hoy cumpliría uno de mis sueños, bañarme con elefantes. Lo había visto en foros, y documentales, que por un poco de dinero podías darle un baño al elefante. En sitios como Chitwan (en Nepal), o en Chiang Mai (Tailandia), o en Luang Prabang (Laos) es una práctica bastante solicitada por los turistas. Yo estaba en Sumatra, en Tangkahan, había llegado mi momento para cumplir otro sueño más, y una de las cosas que me habían traído a este pueblecito de Sumatra.

Había dormido bajo el sonido de los gibbons, pájaros, macacos, etc. Una noche reparadora en medio de la jungla, un sitio donde te puedes tirar días y días. Muy recomendable hacer una paradita para descansar, o enfundarte en algunas de las actividades que se pueden hacer en la jungla (trekking con elefante, avistamientos de aves, cascadas, rafting, etc).

Tangkahan es conocido por los elefantes, hay varios elefantes entrenados que luego son usados para hacer los trekkings. Su principal función es para proteger  el Parque Nacional de actividades ilegales. Estos elefantes inicialmente tenían problemas y atacaban  los poblados destrozando campos y casas, el programa de adiestramiento los ha hecho aptos para las distintas actividades con personas que se hacen en el parque.

También tienes la oportunidad de manejar tu un elefante para lo cual te enseñan en 3 días los mandatos básicos y como ejecutarlos. Así luego podrás guiarlo tú sin ningún problema.

Hay dos oportunidades para bañar a los elefantes, una por la mañana a las 9am, y otra por la tarde a las 4pm. Yo elegí la primera, así que a las 8 ya había desayunado y estaba esperando a mi guía que me llevara al centro de elefantes. Primero hay que pasar por la oficina e inscribirte, pagando los 30K RP que cuesta la actividad. Luego hay que andar unos 20 minutos por un sendero cubierto de arboles, donde Nanta (mi guía) me iba diciendo los tipos que íbamos viendo, tamarindo, mango, aguacate, etc., incluso un tipo de árbol que si lo cortas tiene pena de cárcel.

Por fin llegamos a nuestro destino. Los cuidadores estaban preparando a los elefantes para llevarlos en procesión al rio, había unos 7 elefantes y uno pequeñito, que poco a poco se fueron acercando a la orilla. Había llegado el momento, estaba muy nervioso e ilusionado a la vez, ahora si cumpliría un sueño.

Antes del baño se meten los cuidadores con los elefantes en lo hondo del rio. Meten completamente todo el cuerpo incluso hay veces que sólo se les ve la trompita fuera del agua. Es tremendamente divertido ver cómo juegan, como se echan agua unos a otros, en definitiva como hacen las delicias de todos los que estábamos allí observándolos embobados.

El elefante que me había tocado bañar se llamaba Yuni, un paquidermo todavía joven. Así que me dieron el cepillo, el cuidador le dijo que se tumbara y empezó el espectáculo, yo le dejé la cámara Nanta para inmortalizar el momento. A diferencia de sitios como Chitwan o Chiang Mai , aquí no te dejan subirte a lomos del elefante, pero eso si la diversión está asegurada.

Ahí me tenias a mí con el agua por las rodillas con un elefante tumbado y echándole agua y raspándole como loco.. genial. Como he dicho antes se llamaba  Yuni y solo tenía 20 añitos, todavía joven según me dijo el cuidador.

Me subía encima de él, los dos tumbados, y el elefante echando agua todo el rato. El cuidador de repente le da una orden, aspira todo el agua que puede con la trompa y zas una ducha elefantil al más puro estilo picapiedra..

Se me había pasado el tiempo volando y yo no paraba de sonreír. Yuni se levanto a una orden de su cuidador, que me dijo que le tocara la trompa. A una orden suya abrió toda la boca y me enseño los dientes y la lengua jejeje.  Luego me dio un beso con la trompa. La verdad una experiencia inolvidable.

Una hora habíamos pasado allí, y se me había hecho cortísimo.

Nos fuimos Nanta y yo, esta vez en moto. Se acababa mi aventura en Tangkahan, y todavía no había dejado de sonreír, que experiencia y que gente tan amable. No olvidaría a Yuni (el elefante), pero tampoco a Nanta y a Dinan, que me hicieron sentir como en casa, pero en la jungla.

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