IRÁN: Visitando el desierto Dasht-e-Lut

El desierto del Lut o Dasht-e-Lut en persa es uno de los lugares más fascinantes en los que hayamos estado. Este desierto localizado al este de Irán, con una extensión de más de 300 kilómetros y 160 de anchura, es uno de los lugares más calurosos del planeta. En 2005 la temperatura fue de 70 grados, la lectura más alta en la tierra. Estas condiciones extremas lo hacen único y poco explotado. Aquí no vive ni el tato, por no haber no hay seres vivos en las zonas más duras, y no te encuentras vegetación en ninguna parte.
La erosión del viento y las temperaturas extremas han dado lugar a una serie de formaciones más propias de los decorados de una película. Esas paredes verticales, las dunas, las chimeneas o Kaluts son lo que nos ha traído aquí y lo que lo hace especial.

COMO LLEGAR

La opción más rápida es el avión, que por poco dinero te deja en el aeopuerto de Kerman. A nosotros nos gustan los trenes, y no queríamos dejar la oportunidad de probarlos en Irán. Tomamos un tren nocturno de la estación de Tehran y en 14 horas estábamos en Kerman.
Habíamos contratado un tour con Amir, con el que pasaríamos un día y medio durmiendo en el desierto en tiendas de campaña. Es una de las pocas cosas que llevábamos atadas desde España

RUMBO AL DESIERTO

Salimos escopetados del tren, llevábamos 14 horas en él y ya teníamos ganas de andar y tomar un poco el aire. Fuera estaba el inconfundible 4×4 amarillo de Amir, que nos recibió con una amplia sonrisa y unas palabras de bienvenida en un perfecto inglés. Tras acomodarnos nos fuimos a comprar los víveres que necesitaríamos para pasar el día y medio en el desierto.
La primera parada fue Mahan para intentar ver su casco histórico y los principales sitios turísticos. Fue imposible, hoy se celebraba la Ashura y estaba todo cerrado. Ni si quiera pudimos comer algo. Nos tuvimos que ir a las afueras e improvisamos un picnic con los canticos de las ceremonias de la Ashura de fondo y unas magníficas vistas de Kirs.

 

Desde aquí el altímetro empezó a subir y la temperatura exterior a bajar. Llegábamos al punto más alto con 2600 metros y una temperatura de 5 grados centígrados. Rodeados de cuatro miles empezamos a descender hasta llegar a los 300 metros de altitud. Arribamos a una zona totalmente plana donde la temperatura rondaba los 25 grados centígrados. Aquí se encuentra el Nebka Park, último reducto de vida vegetal antes de llegar al desierto. Hay una serie de árboles, que crecen solo en este área, cuyas hojas al caer retienen el agua y forman unas pequeñas montañas.

 

EL DESIERTO DEL LUT

Continuamos nuestro camino por la carretera hasta que empezamos a ver las formaciones rocosas o kaluts. Nuestro viaje por este extraño desierto no hacía más que empezar y ya estábamos con la boca abierta. En este punto fue en el único sitio donde vimos más coches, y es que es aquí donde llegan los taxis o excursiones organizadas. Donde ellos acababan nosotros empezábamos la aventura. Amir deshinchó las ruedas mientras nosotros nos deleitábamos con un increíble atardecer sobre el desierto.

 

 

Llegaba el momento de ver todo un poco más de cerca. Mientras los coches no podían adentrarse más, nosotros tomamos la directa y fuimos a varios miradores. Estábamos ante uno de los paisajes más bonitos que habíamos visto nunca. Rodeados por un profundo silencio, nos deleitamos con esas estructuras de fantasía más propias de un paisaje lunar. Los castillos de arena se levantaban por toda la extensión, más allá de lo que alcanzaba la vista. Bonita estampa para terminar un día lleno de emociones.

Llegamos a la zona de acampada; un pequeño cañón para minimizar el impacto del viento por la noche. Amir hizo un fuego, nos cocinó palomitas, nos dio fruta y como plato fuerte unos pinchos de carne a la barbacoa que estaban buenísimos. Mientras cenábamos y bajo la luz de una luna casi llena, nuestro anfitrión nos contaba cosas de la cultura iraní.
El tiempo acompañaba y nos fuimos a dar una vuelta en la oscuridad. Mientras tanto Amir nos preparaba lo que él llama una habitación en un hotel de Mil estrellas. Y es que poder levantarte a media noche y admirar el cielo en estos sitios no tiene precio. Nosotros siempre que podemos intentamos dormir en el desierto, ya lo hemos hecho en el desierto de Wadi Rum en Jordania, en Merzouga en Marruecos, el desierto del Thar en India y el Namib en Namibia.

 

Al día siguiente y después del desayuno, estuvimos explorando el área a pie y luego nos fuimos con el 4×4 a ver otras zonas. A medida que íbamos avanzando el paisaje cambiaba, como posiblemente cambiara en poco tiempo. La erosión es caprichosa y va moldeando a su antojo. La belleza del paisaje nos hacía parar cada poco tiempo. Qué lugar tan fascinante. Por ver sitios como estos es por lo que viajamos, diametralmente distinto a todo, con una belleza inusitada.
Hasta donde nos alcanzaba la vista se veían formaciones rocosas. Al fondo había como una línea oscura, muy distinta a la arenisca que habíamos estado viendo en esta parte del Dasht-e-Lut. A esa zona volcánica se la conoce como Gandom Beryan, y es donde se encuentra el punto más bajo de Irán con 57 metros sobre el nivel del mar. Son varios días los que necesitas para llegar, y varias noches para pernoctar en el desierto. Como se suele decir, ya tenemos excusa para volver 🙂 .

 

A golpe de acelerador fuimos despidiéndonos del desierto. Llegamos a Shatbat para ver nuestro primer caravasar. Una estructura cuadrangular que hace siglos se usaba para que los viajeros y/o comerciantes tuvieran un sitio donde dormir. Entramos con el 4×4 por la única puerta, de la misma manera que antaño lo hicieran con camellos.
Nuestra experiencia terminó como empezó, con un picnic improvisado, una buena comida, y la agradable compañía de Amir. Dejábamos atrás con un hasta luego uno de los sitios donde más disfrutamos, el desierto.

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DATOS PRÁCTICOS

A pesar de las temperaturas extremas, el desierto se puede visitar en cualquier época de año, aunque para dormir ya hay que pensárselo. Los mejores meses son los de Octubre, Noviembre, Abril y Mayo. Siempre es mejor preguntar a los locales y llevar por si las moscas ropa térmica; por las noches nos puede ser de gran utilidad.
Desde Kerman hay excursiones que hacen la visita a los Kaluts. Estas normalmente se combinan con la ciudad de Mahan y la ciudadela de Rayen. Las excursiones se pueden contratar en los hoteles o preguntando a cualquier taxista. Dado que van con coches normales no se meten en el desierto. Los Kaluts se ven desde la carretera y luego hay que adentrarse andando para ver el atardecer.

Si vamos con coche hay opciones de dormir en un campamento o en las casas locales de la ciudad de Shahdad, que se encuentra al borde del Dasht-e-Lut. Pero para nada es una experiencia de dormir en el desierto. Es más, por lo que nos han contado otros viajeros, se escucha más ruido en el camping que en la ciudad de Kerman en hora punta .

 

Si tu itinerario lo permite y tienes tiempo suficiente, lo mejor es contratar un 4×4. Nosotros con Amir salimos encantados. Conoce el desierto a la perfección, tiene todo el equipamiento que puedas necesitar (sacos de dormir, tiendas de campañas, mantas etc), es tremendamente detallista, siempre está pendiente de tus necesidades y habla un perfecto inglés. El precio de la excursión fueron 100€ con cuatro comidas, visita de Mahan, recogida en la estación de Kerman y dejándonos en el hotel elegido. Si lo queréis contratar lo mejor es planificarlo con un mes de antelación. El teléfono de contacto es 0913 198 24 82, emails amir.research@yahoo.com y amir.kalluts@gmail.com .